Por: Milagros Sanchez Pinzon
El despegue a las siete de la noche del martes 27 de julio de 2011, del Aeropuerto Internacional de Tocumen, fue sumamente plácido. Pero a los pocos minutos el Boing 737 de Copa Airlines que me trasladaría a Bolivia, penetró en una tormenta que estremeció por casi media hora la aeronave. Los rayos y las nubes tormentosas parecían alcanzarse con las manos.
Qué lástima tener que volar en horas de la noche, cuando las sombras cubren los inmensos paisajes naturales y las agitadas urbes que se emplazan a cientos de metros más abajo, pues si hay algo que me encanta de cruzar los aires en esa poderosa invención humana llamada avión, es contemplar entre las nubes la vastedad y complejidad de nuestro convulsionado mundo.
Descanso unas horas en el Aeropuerto Internacional de Viru Viru, en la ciudad andina de Santa Cruz de la Sierra, antes de tomar a las 4:45 a.m. un vuelo de la empresa brasileña Gol que me lleve a la megalópolis de Sao Paulo.
Sorprende que un sitio como éste, que no es la capital del país que lidera Evo Morales, tenga un terminal aéreo de esta naturaleza. No parece que esta nación sea una de las más pobres de América Latina. A pesar de ser de madrugada hay un gran movimiento de pasajeros de las más diversas nacionalidades y el control de los agentes migratorios, la Interpol y de la agencia antinarcóticos resultó más exigente que en otros puntos que he visitado.
Las instalaciones del Viru Viru nada tienen que envidiarle al Barajas de Madrid. Las cafeterías y tiendas Duty Free son de primera y, algo mejor, por unas cuantas monedas se puede tomar un nutritivo desayuno, el cambio está a casi 7 bolivianos por dólar y una buena comida puede costar 21 bolivianos. Haga el cálculo…
Comienzo a comprobar algo que me habían comentado. Entre esta gente, moviéndose de aquí para allá, aparecen los brasileños. Me dijeron que eran diferentes y parece cierto: son abiertos, entrones, como se diría en buen panameño. Preguntan, conversan, bromean entre ellos y con quienes les circundan.
En pocas horas comenzaré a descubrir más de ellos, de esas cosas que les tienen reservadas a quienes tenemos la increíble oportunidad de arribar a su tierra, la tierra de la samba y el fútbol... y de las cataratas de Iguazú, ese lugar de mis sueños a donde pretendo llegar en pocos días...
* Fotos del amanecer desde un avión Gol, en la ruta Santa Cruz (Bolivia)-Sao Paulo (Brasil)
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