Le debo este artículo a Tomás. Siempre que lo veo me lo recuerda y es que han pasado varios meses desde que él, capitán de la embarcación Happy Hour, nos condujo en nuestra primera experiencia por el Golfo de Chiriquí.
Todo se dio en septiembre de 2009, cuando el oceanógrafo franco-alemán Hans Hartman visitó la Provincia y nos solicitaron acompañarle por algunos puertos del Pacífico para que entrevistara a los pescadores, pues este investigador de la Universidad de La Rochelle intenta realizar un estudio para lograr el co-manejo de los recursos marinos pesqueros en el Golfo Dulce (Costa Rica) y el Golfo de Chiriquí (Panamá).
Para la ocasión, el ingeniero Luis Ríos puso su yate Happy Hour a disposición del seguidor de Jacques Cousteau, y partimos del puerto de Pedregal a tempranas horas. A lo lejos divisábamos -tenuemente- al testigo silencioso de los siglos, el Barú, esa increíble mole ígnea que nunca habíamos contemplado desde el mar.
Poco a poco fuimos dejando el Estero de Pedregal con sus meandros saturados de mangles. Las lanchas de los pescadores artesanales quedaban en el camino mientras que otras con mayor potencia nos sobrepasaban velozmente, como el barco de Mar Viva, la fundación protectora del Parque Nacional Coiba.
En el trayecto, Tomás Bernal Montenegro (nacido en 1959), el experimentado capitán de nuestra nave, nos señalaba cada uno de los sitios interesantes: Playa Pipón, la Boca de San Pedro, islas Sabino, Chalapa, Boquita, Batipa, Mono, Boca Brava. Desde los diez años, el pedregaleño Tomás comenzó a recorrer con su progenitor las aguas del Golfo y el Archipiélago de Las Paridas y podría decirse que conoce cada vericueto de este espectacular conjunto marino, de ahí que la bióloga estadounidense Kristin Rassmussen, durante los últimos diez años, se sirve de los valiosos conocimientos que posee Tomás sobre el área para desarrollar sus estudios sobre las ballenas que, de agosto a octubre, circulan por estas aguas.
Durante nuestra travesía por el Parque Nacional Marino Golfo de Chiriquí, después de pasar unas horas en Boca Chica, tomamos rumbo a una de las playas más hermosas del Pacífico chiricano: Gámez, ubicada en la isla del mismo nombre. Poco antes de llegar a este paradisíaco lugar, el capitán nos advirtió que varias ballenas estaban próximas al yate. Lastimosamente nuestra cámara no pudo captar ninguna imagen, solo una estela que deja el poderoso mamífero en su navegar. Días después, Tomás nos facilitó algunas impresionantes fotografías tomadas por Rassmussen en una de sus giras.
Se dice que el Archipiélago de Las Paridas debe su nombre a que hay una isla de gran tamaño (Isla Parida) rodeada de otras más pequeñas que parecen surgidas de aquella, yo sumaría a esta versión el hecho de que las ballenas llegan a esa zona para aparearse y parir a sus crías ¿por qué no este el origen de la vernacular designación para este grupo isleño?
En Gámez, casi todos los que acompañaban a Hartman no resistieron la tentación de esas aguas turquesas y se zambulleron en ellas.
Nuestra travesía de nueve horas por el increíble Golfo de Chiriquí fue sensacional. Ojalá todos los panameños, aunque sea una vez en la vida, puedan visitar estos parajes. Una experiencia de esta naturaleza sería inolvidable y menos costosa que una visita a Disney World.
Fotos: Milagros Sánchez Pinzón. * Informes de travesías por el Golfo de Chiriquí con Tomás Bernal en el celular 6022-5310
No hay comentarios:
Publicar un comentario