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viernes, 24 de diciembre de 2010

A LA SOMBRA DE LOS VOLCANES...

Por: Milagros Sánchez Pinzón. Semanario Culturama.

La Semana Santa nos permitió escaparnos unos dí­as por la tierra mesoamericana de las aguas y los volcanes: Nicaragua, paí­s cuyo Lago Cocibolca es más extenso que Chiriquí al poseer 8,624 kilómetros cuadrados de superficie.
 
Apasionados como somos del fuego que brota de las entrañas terráqueas, nos sumamos en una gira por el volcán Masaya cuyos dos de sus cinco cráteres se encuentran en actividad y emanan diariamente toneladas de gases a la atmósfera.
 
Estratos de cenizas con sus diferentes tonalidades resultaban impresionantes y, al caer la noche, decenas de visitantes de ese Parque Nacional estábamos a la espera de contemplar la lava ardiente moverse a 200 metros más abajo, pero la fuerte intensidad de los vapores impidió disfrutar del espectáculo pese a la hermosa  luna llena que alumbraba al Masaya. Nos reconfortó el recorrido  por la cueva de Los Murciélagos, paisaje también esculpido por los torrentes lávicos del pasado.
Ascender al volcán Mombacho (1,345 m.)  se convirtió en otra experiencia singular, especialmente por las fumarolas que se escapan por sus laderas. Era la primera vez que observábamos esos respiraderos volcánicos, mezcla de gases y vapores a elevadas temperaturas. Desde la cima de esta mole ígnea es espectacular la panorámica de la colonial ciudad de Granada (fundada en 1524) y de las 365 isletas posadas en el Cocibolca, por algo le dicen las “hijas del Mombacho".
Pero lo más extraordinario de la patria de Rubén Darío y de Sandino fue el recorrido por Ometepe, la isla volcánica más grande del mundo de las situadas en el interior de un lago, considerada además una de las maravillas naturales del Planeta. Un cómodo ferry nos trasladó del puerto de San Jorge, en Rivas, hasta la isla que en lengua nahuatl significa: “dos montañas” y es que el volcán Concepción de 1,610 metros la escolta por el norte y, al sur, a menos de 20 kilómetros, se levanta el volcán Maderas de 1,394 metros.

El Concepción hizo explosión hace menos de un mes, el 19 de marzo de 2010, y es el cono volcánico más perfecto del paí­s. Sus laderas y cumbres, agrestes y desnudas, denotan el reciente paso de la lava. Detenerse frente a él produce una inquietante sensación: es ver como la fuerza  de la naturaleza  determina las características de un terreno sobre el cual el hombre tendrá que forjar un derrotero, sin olvidar que, en cualquier momento, puede entrar en escena la violenta e incontrolable furia del dios Vulcano.
Fotos: Milagros Sánchez Pinzón

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