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lunes, 11 de abril de 2011

EL TROGON CULINEGRO DE DARIEN...

Por: Melva Miranda (email: melva_74@gmail.com)

El domingo 3 de abril, decidimos viajar a Darién, como enviada especial de Culturama y del Movimiento Federalista de Panamá, en una expedición ecoturística, especialmente para el avistamiento de aves, dirigida por Advantage Tours Panamá,  acompañada con unos amigos extranjeros, residentes en Boquete (Jeraldine, Edward y Remi), para conocer La Marea, un pueblo ubicado entre los corregimientos de Camogantí y Tucutí, en el distrito de Chepigana, provincia de Darién. 
Su nombre se explica porque se depende de la marea para acceder a esta pequeña comunidad emberá que posiblemente no llegue a trescientos habitantes. 
Cuando llegamos a Metetí, nos dirigimos hacia Puerto Kimball o Quimba, en el corregimiento de Río Iglesia y abordamos una lancha y viajamos por el Río Tuira para desviarnos por un afluente probable del Río Balsa, al que los lugareños llaman históricamente como Río Marea o Río Bagre. Todo el recorrido nos tomó aproximadamente tres horas, rodeados de un paisaje exuberante, lleno de pájaros, de caña brava y árboles enormes de la montaña darienita. 
Fuimos recibidos por unos alegres y amables  jovencitos emberás, por la abuela Elina y el abuelo Cirilo, dos figuras claves dentro de la administración comunitaria. Fuimos conducidos hasta nuestro bohío o rancho, donde un coordinador de turismo, Bolívar, nos prepararía nuestras habitaciones: un buen colchón, mosquiteros, baño y ducha, lujos propios de la gran ciudad (Pinel, nuestro chef emberá, realmente se esmeró en la presentación de las viandas que nos alimentarían durante tres días). 
Al día siguiente, nos esperaba una de las sorpresas más lindas del recorrido: una pareja de trogones culinegros, fueron descubiertos por la experta mirada del abuelo Cirilo y de Miguel, nuestro guía oficial. 
Esas aves competían en color con las flores encontradas a lo largo del viaje. 
Para el martes, una exploración en lancha, río arriba, acompañados por Chichi y unas niñas emberás, conoceríamos además de otras aves y mariposas, el método de lavar oro que desde tiempos inmemoriales practican los nativos de esta región. 
En la tarde, tendríamos una sesión especial con los miembros de la comunidad, donde al ritmo de la danza en homenaje al gavilán blanco (farí-farí), la danza de la flor, el duelo de la pareja emberá (mukimá), fuimos tatuados por la mano hábil de la abuela Elina, quien trazó líneas inmemoriales, especiales para nosotros. 



Tres noches y sus días bastaron para reconocer la bondad, la armonía y tradición conservada del pueblo emberá de La Marea. Al regreso, ya sentíamos nostalgia por la huella indeleble que en nuestro ánimo, hicieron los niños, los abuelos y los jóvenes este pueblo de Darién.


Niños emberá leyendo el único semanario en Chiriquí con más
de veinte años de circulación: Culturama.

 

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