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domingo, 9 de septiembre de 2012

RETORNO A LOS CUATRO SALTOS DEL ESTI...


Milagros Sánchez Pinzón (mspinzon@gmail.com)

Me gusta visitar a mis queridos estudiantes de Química, aquellos que solo atendí un semestre como asistente del Departamento de Historia de la UNACHI, pero que por los gratos momentos compartidos me motivan a mantenerme siempre en contacto.


Así que en una de las vueltas que les di por la Facultad de Ciencias,  me preguntaron inmediatamente cuándo realizábamos una ecoaventura, de esas que no son por obtener una nota sino por  pura pasión a la naturaleza. 

Tanto entusiasmo juvenil y tantas energías de chicas y chicos que son aplicadisimos en sus estudios, merecen que programe una de estas giras donde se divertirán sanamente, en el estricto sentido de la palabra,  de modo que mi respuesta fue: el próximo domingo.

A las 9:00 a.m. del domingo 9 de septiembre de 2012 llegaron a Culturama: Yonathan Víquez, Betzaida Batista,  Geancarlos Santos, Anais Marrugo, Carlos Suira,  Sherlyn Petite, Henry Jiménez, Isabel Robles, Jonathan Cerrud, Isamar Aguilar y Alexa Ramírez,  todos estudiantes de Química, a los que se sumaron: Santiago Aguirre, Reydel Quintero y Elvis Cabellos (de Geo. E Historia), Indiana Johnson y Edith Castillo (de Turismo).

Una hora y treinta después,  este grupo tan simpatico y que se integró rápidamente, disfrutaba de las aguas del río Brazo del Estí que forma un espectacular sistema de cascadas a la altura del caserío de Los Planes, a unos 958 metros sobre el nivel del mar.


El servicio de viajes turísticos VIP, del amigo Candelario Vargas, nos llevó a este punto donde solo se requiere caminar como 30 minutos para alcanzar  el primero de los saltos  (de unos 10 metros de alto), pero que no es adecuado para bañarse porque el charco que forma es pequeño y rocoso.   


El segundo de los escalones de agua - de unos 8 metros- resultó el más atractivo para mis jóvenes exploradores.   Alexa, Carlos, Santiago, Elvis, Betzaida y Henry fueron todos unos clavadistas y se deleitaron en la  profunda piscina formada por este afluente del poderoso río Estí.



Mientras que, en el tercero de los saltos, el más ancho y por ello con un charco más extenso, casi todos los excursionistas  se introdujeron en la fría corriente, aunque descubrimos en las rocas de la orilla la salida de aguas termales.   Este fue el paraje donde la mayoría decidió devorar su almuerzo.
Como siempre, para descender al último de los chorros y ver los pozos de aguas termales, solo elegimos a los más diestros montañistas, ya que la zona es de derrumbes.


Efectivamente, deslaves recientes se han llevado las tinas que se habían construido para contener las aguas térmicas y los escalones del sendero casi han desaparecido. Yonathan Víquez y Santiago Aguirre (este chico de San Lorenzo es muy diestro por la selva) nos acompañaron para descender y tomar fotografías de la caída más alta, que creemos supera los 50 metros.



Después de cuatro horas por el exuberante bosque de galería del Brazo del Estí y sus cuatro saltos, hicimos una parada en Los Cangilones porque, sorprendentemente, varios de estos jóvenes universitarios no conocían esta maravilla natural de Panamá y quedaron con ganas de volver pronto a Gualaca, para sumergirse en esas esmeraldinas aguas.


Verlos felices, desestresados y maravillados ante las bellezas escondidas en nuestras tierras, me recordó la frase de mi recientemente desaparecido tío Natividad Batista: “Un día de excursión vale más que un año en el salón”.




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