Fundado el 21 de agosto de 1988 en David, Chiriquí. República de Panamá

domingo, 23 de septiembre de 2012

DEL CHIRIQUI VIEJO A LA BOCA DE LOS ESPINOS...

Por: Milagros Sánchez Pinzón (email:mspinzon@gmail.com) ombysa


En septiembre de 2009, recorrí por primera vez la Boca de los Espinos, el punto donde los ríos Escarrea, Duablo y Chiriquí Viejo se besan con las aguas del océano Pacífico.

En aquella ocasión entré al magnífico estuario por Estero Rico, en el cordón litoral de Alanje.  Hoy, tres años después, vuelvo al sitio pero esta vez  por el curso del Chiriquí Viejo,  al lado del personaje que me había relatado la existencia de este singular paraje: Stanley Heckadon Moreno, porque él  creció  a “ocho vueltas de la Boca de los Espinos.”.



A las once de la mañana del domingo 23 de septiembre de 2012, a  bordo del Monarka, un pequeño bote  que hace cuarenta y dos años compró la maestra Nenga (la mamá del doctor Stanley) en la Feria de David,  Olmedo Miró, Camilo López y Leopoldino Guainora, completábamos el grupo de cinco que arribaría a una isleta donde hace cuatro décadas el prestigioso científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) desarrolla la Reserva Natural Cabimo.

A medida que avanzábamos por los meandros del Chiriquí Viejo (cuya coloración chocolatosa indicaba lluvia en la cordillera), Heckadon Moreno  nos iba explicando cómo era esa zona cuando él era niño: los lagartos pululaban en esas aguas, los bosques frondosos flanqueaban no solo las orillas sino que poblaban toda la región y durante la estación seca la corriente era casi cristalina.



A solo 15 minutos  en bote de la finca fundada por los abuelos del doctor Heckadon, en el Chiriquí Viejo (corregimiento de Baco, distrito del Barú), se encuentra el Cabimo.  Desde lejos, se aprecia la gran diferencia entre esta porción territorial,  de 26 hectáreas, de los terrenos circundantes.  Decenas de especies arbóreas han sido sembradas para apoyar el proceso de regeneración del bosque y monos congos, cariblancos y monos ardillas habitan el lugar.  Los monos congos o aulladores son tantos que, según Camilo y Leopo,  existen las "bandas" del Cabimo Norte y Cabimo Sur.

Durante el periplo por Cabimo aprendimos  cómo los manglares le ganan terreno al mar  y cuáles son las diferencias entre el mangle negro (sus raíces afloran verticales desde el suelo para respirar) y el mangle rojo (con raíces aéreas enrevesadas). En ese laboratorio natural  revaloramos la importancia protectora y descontaminante de esta única especie que soporta los ambientes salinos.


Atravesamos la isleta mientras escuchamos  las olas de la mar romper en la costa cercana, era la playa de Estero Rico y estábamos nuevamente frente a la Boca de los Espinos.  En ese punto, nos relató el incansable investigador smithsoniano cómo a los doce años durmió una noche en un banco de arena en esa Boca para  atrapar tiburones: dos de ellos  quedaron enganchados en sus anzuelos pero tuvo que decidirse solo por uno. 

Después de casi tres horas caminando e identificando plantas y aves,  volvimos a la corriente del Chiriquí Viejo para retornar a la finca.  Con la marea en descenso,  Leopoldino,  encargado de manipular el motor,  tuvo que bajar de la pequeña nave para buscar aguas más profundas.  El doctor Heckadon no dudó en quitarse las botas de hule y remangarse sus jeans para ayudarle en la faena. 
Unas garzas fueron testigos de nuestro regreso y un inmenso ceiba bonga en solitario nos sorprendió en la ribera izquierda del cauce que, en algunos puntos,  alcanzaba  hasta los 150 metros de ancho.  
Marcial Rodríguez, natural de Baco, nos esperaba con un delicioso sancocho con abundantes verduras y una botella de Blue Nun, un vino alemán que obsequiamos al doctor Stanley y que, un poco frío, degustamos con el suculento almuerzo.

A la mesa de la agradable casa de madera construida hace casi setenta años, continuamos escuchando las anécdotas y relatos del doctor Stanley de quien siempre se aprende, y más,  cuando se está en su amada tierra... en las cercanías del río y la mar.



Salud, doctor Stanley!  Ojalá pronto podamos volver al Chiriquí Viejo... 

Fotos: Milagros Sánchez Pinzón y Olmedo Miró Rodríguez.

2 comentarios:

  1. Muy interesante, y saber que Chiriqui cuenta con un cientifico de la talla del Dr. Heckadon, ojala en el futuro tengamos más cientificos como el.

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  2. Eso nos indica que debemos esforzarnos más para poner en práctica el lema: EN CHIRIQUI, LA EDUCACION ES PRIMERO

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