A las doce en punto del mediodía del miércoles 1 de febrero de 2012, partimos en el vuelo 705 de Copa Airlines desde el Aeropuerto Internacional de Tocumen con destino a Sao Paulo, Brasil.
Comenzar a surcar los cielos a esa hora nos permitió apreciar por buen rato el espectacular paisaje que se extendía a cientos de metros más abajo. Después, un colchón permanente de nubes blancas nos impidió la visibilidad.
Luego de casi siete horas de vuelo, por segunda vez volvimos a contemplar desde los aires a la megalópolis de Sao Paulo. En esta ocasión, nos recibía con sus luces encendidas que la convertían en una especie de nacimiento gigante. En su aeropuerto, el Guarulho, haríamos la conexión con la Varig para llegar a Salvador de Bahía, a dos horas más de vuelo.En esa terminal aérea nos tomamos rápidamente un jugo de naranja y un croissant de queso atendidos por Felipe, quien tenía una amiga cibernética en Panamá y, como todo brasileño, dejó que le tomara una foto con el saludo tan característico de ellos. Le comenté sobre lo caro de Brasil (13 reales esas dos cositas), pero él defendió su tierra y dijo que afuera del aeropuerto sería más barato. El cambio está a 1.70 reales por dólar.
A las tres de la madrugada pisamos Salvador, la capital del Brasil colonial, ciudad que ahora tiene 3.7 millones de habitantes (es decir toda la población de Panamá) y en donde nos esperaba el Cataya, el velero con bandera danesa en el cual emprenderemos otra más de nuestras aventuras.
Después de reponernos del largo viaje, nos dispusimos echarle una rápida mirada a la zona costera de Salvador, la llamada Roma negra, por la gran cantidad de templos católicos que posee y el mayor porcentaje de negros localizado fuera de África.
Desde el Cataya, anclado en la Bahía de todos los Santos, tenemos una panorámica de la ciudad alta y la ciudad baja, el contraste entre lo moderno y lo antiguo, entre la opulencia y la miseria, propia de nuestros países tercermundistas, aunque Brasil está haciendo todos los esfuerzos por salir de esta categoría.
Lo primero que hicimos fue comprar, cerca del Mercado Modelo, un sombrero, lo necesitábamos con urgencia y, de una vez, iniciar el recorrido para tomar fotografías de todo lo que llamaba nuestra atención.
A Lucía vendiendo unas bolas de frijol blanco rellenas con camarones; a los vendedores de pipa por todos lados; a los bahianos de ver cómo tomaban el sol sobre las rocas; a la boutique de carnes (no sabíamos de su existencia), a las cocadas gigantes; al Fuerte de San Marcelo; al Faro de la Barra, a la bandera de Brasil por cada rincón; a los trabajadores del Carnaval vestidos de verde; a la comida por peso; a los cruceros anclados en la costa, a las gigantescas esculturas…
Salvador es el segundo destino turístico más popular en Brasil, después de Río de Janeiro. Tiene 50 kilómetros de playa y la Bahía de todos los Santos que la bordea es la más extensa del país.
El atardecer aquí, en nuestro primer día en la Ciudad de la Alegría, como también le denominan a Salvador de Bahía, fue espectacular.
Solo tenemos dos días más en este lugar. Trataremos de contemplar una sesión de capoeira, me han hablado tanto de ella y estoy aquí en la cuna de este arte marcial o baile?
Salvador es el segundo destino turístico más popular en Brasil, después de Río de Janeiro. Tiene 50 kilómetros de playa y la Bahía de todos los Santos que la bordea es la más extensa del país.
El atardecer aquí, en nuestro primer día en la Ciudad de la Alegría, como también le denominan a Salvador de Bahía, fue espectacular.
Solo tenemos dos días más en este lugar. Trataremos de contemplar una sesión de capoeira, me han hablado tanto de ella y estoy aquí en la cuna de este arte marcial o baile?
Felicitaciones Milagros a tí y al fotografo, están hermosísimas las fotos. Bendiciones y esperamos tus próximas travesías.
ResponderEliminarManning Suárez