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jueves, 13 de enero de 2011

ESCOLTANDO AL FAIAL TOO HASTA ISLA CEDRO..

Por: Milagros Sánchez Pinzón. Semanario Culturama. mspinzon@gmail.com


A las seis de la mañana del 12 de enero de 2011, el anaranjado amanecer que despuntó por el puerto de Pedregal  auguraba el inicio de una gratificante jornada. 

El velero Faial Too, de bandera brasileña, propiedad de un gran amigo, anclado en Pedregal, debía ser trasladado frente a la isla Cedro,  a menos de un kilómetro  de las costas de Boca Chica, en el distrito de San Lorenzo.   Esta misión nos llevaría a descubrir otro de los hermosos parajes escondidos en el Golfo de Chiriquí.
Isla Cedro, de 80 a 100 hectáreas de superficie, debe su nombre a la exuberante presencia de estas especies arbóreas  que, combinadas con espavés, guásimos, laureles, algarrobos, jaguas y palmeras,  se yerguen en esta porción de tierra rodeada por las aguas de la Bahía de Muertos.

Los únicos habitantes de esta isla son descendientes de los pioneros Demetrio Pinto y Adelia Rodríguez, naturales de Horconcitos, quienes desde las primeras décadas del siglo XX se radicaron en esas tierras para cultivar, especialmente,  maíz y frijoles.  Era la época en la cual abundaban los conejos, los chivos, los armadillos y los ñeques.  Hoy, viven allí, varias manadas de monos congos, palomas titibú o rabiblancas, cocalecas y paisanas.

Circunnavegar en el  "El cedreño", bote de Julio César “Chombo” Pinto y su hijo del mismo nombre, por los alrededores de isla Cedro, permite divisar las formaciones vecinas. Al oeste  la serranía de Batipa,  las Tres hermanas, la isla Muerto y los pequeños pero curiosos mogotes (montículos aislados). Al noroeste, los manglares de Mata Gorda y, al sur, la inmensa isla de Boca Brava, donde se han establecido los mayores negocios ecoturísticos de la región que la convierten en  la más conocida y visitada.

 

Una gran particularidad de isla Cedro es la hospitalidad de doña Astevia Cortés y su esposo Víctor Pinto.  La primera nos hizo degustar un delicioso pez sierra frito, acompañado de arroz blanco, lentejas y tajadas maduras. Delicioso y envidiable, pues  ellos consumen casi todos los días los manjares oceánicos: corvina, lisa,  pargo o jurel, en una tranquilidad casi absoluta  y refrescados por la suave brisa marina.

Don Víctor, casi nos hace beber de una totuma un trago de vino de palma, ese fuerte líquido extraído de las palmas de corozo,  tan numerosas en la isla.

Cuando decida conocer algunas de las islas del golfo de Chiriquí, más cercanas a la costa, anímese y contacte a los hermanos Pinto en el celular   6467-4640 (Manolo) y 64734506 (Chombo).  La experiencia será inolvidable.


Fotos: Milagros Sánchez Pinzón y Julio César Pinto, hijo (palma de corozo con vino.



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