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sábado, 3 de noviembre de 2012

PORTOBELO, GLORIA Y DOLOR...

Por: Milagros Sánchez Pinzón. mspinzon@gmail.com. ombysa


Mi amigo, el capitán Livingston, ha llegado a Panamá después de meses de navegar por el Atlántico y el Caribe.  Ha atracado en Portobelo  (la Bahía que descubrió Cristóbal Colón en 1502), para después cruzar el Canal de Panamá y proseguir  a donde le lleven los vientos del Pacífico.

Como siempre, por su invitación, aprovecho las andanzas del velero Cataya por los mares  del mundo para conocer diferentes puertos y ciudades.  


Mi primera visión de Portobelo fue decepcionante, tengo que decirlo aunque me duela porque se trata de la gente de mi país: la basura abunda por casi todas las calles.  No comprendo cómo un sitio declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO pueda mantenerse en condiciones tan lamentables, cuando es una potencia turística no solo por su importancia histórica sino también por su belleza natural.

Me cuesta adaptarme.  Mi mente rechaza la desidia en la cual parece aletargada la población y  me anodada el por qué las autoridades  locales  y nacionales, no han aplicado programas especiales para la puesta en valor de esta joya histórica y  litoral de Colón.   Comprendo que todo es cuestión de educación, he visto lugares similares en el Caribe, América Central y Sudamérica, algunos  con menos potencialidades pero su gente y líderes han sabido dirigir los recursos existentes al desarrollo inteligente del turístico histórico. 



Superada la barrera psicológica de la aprensión, decido comenzar a captar con mi cámara los sitios más inmediatos a mi punto de anclaje, testigos mudos de cientos de vivencias increíbles (eso si, no puedo tomar fotos de los puntos negativos): La Casa Rodríguez, edificio de principios del siglo XVII, con su pozo y hornos antiquísimos, sede actual de la Autoridad del Turismo;  la Aduana o Real Contaduría, un inmueble que data de 1630 y guarda todavía parte de su esplendor renacentista.  Ahí me encuentro con dos lindas y traviesas niñas: Jacqueline (de madre africana) y Angie (de madre dominicana) nacidas en el Porto Bello.



La Batería de Santiago, proyectada en 1753, construida después del ataque del pirata Vernon a Portobelo.  Y es que Portobelo fue uno de los más importantes puertos coloniales; por aquí pasaba el oro y la plata de las minas sudamericanas hacia la Madre Patria, de ahí que fuera el epicentro de los ataques corsarios durante décadas. 



Por estos mismos suelos que recorro, hace 324 años, Henry Morgan, acompañado de más de 460 hombres, saqueó todo el  Puerto durante catorce días, torturó, violó y asesinó a sus pobladores.  Todo lo robado se lo llevó en nueve galeones.



Francis Drake, quien tenía como objetivo principal establecer una base inglesa permanente en Panamá  para poner en jaque los dominios españoles en el Caribe, murió en este sitio de disentería cuando contaba con  56 años.  Su cadáver fue arrojado en un ataúd en esta Bahía  sobre la que se mece hoy el Cataya. De la misma manera pasaron y arrasaron Portobelo,  William Parker y el almirante Edward Vernon.

Ya en mi ultimo día por este histórico pueblo que no supera los 3,000 habitantes,  me llevó una agradable sorpresa:  han limpiado un poco el caserío y un pintoresco museo tiene sus puertas abiertas en el vetusto edificio de la Aduana o Real Contaduría.  Disfruto de un pequeño documental (realizado con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación y me recuerda el proyecto que adelantamos sobre los Guaraperos de 1866, para exhibirlo en la Sala de Coto de nuestro Casco Antiguo de David) sobre la historia del Puerto, de cómo fue  lugar de gloria y riqueza durante las famosas ferias en épocas pretéritas, pero también sitio de dolor y muerte por las inclemencias filibusteras.



Portobelo tiene numerosos ingredientes para atraer a nacionales de otros puntos y a miles de extranjeros: la belleza del mar, una costa extremadamente verde por la presencia del Parque Nacional con su exuberante y lujuriosa vegetación,  albergue de una rica  y variada fauna, el conjunto monumental de fuertes, edificios  y baterias  españolas,  y  la cultura afrocolonial colorida y chispeante de los grupos humanos que pueblan toda la costa arriba de Colón.




Me ánimo a escribir estas líneas pero meditando en cómo puede mejorar  la imagen de este  diamante en bruto,  tan solo con proyectos de pintura de las modestas casas y la limpieza permanente de las calles.  Tarea que pueden ejecutar los moradores apoyados por la empresa privada y las autoridades locales y regionales.   Las potencialidades existen, falta un cambio de actitud y mucha, pero mucha voluntad.























2 comentarios:

  1. No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país.
    John F. Kennedy

    Como bien dices Milagros, somos los ciudadanos los que debemos tomar las iniciativas, para sacar el potencial a nuestros sitios de interés histórico y turístico.

    La ayuda gubernamental es importante, pero de que sirve arreglar si los ciudadanos no toman conciencia del potencial que pueden obtener de estos diamantes en bruto.

    Gracias por la nota y pronto regreso.

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  2. Gracias Antonio, todo lo que pudiera hacerse aquí si los ciudadanos se vuelven pro activos....

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