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jueves, 14 de abril de 2011

LA CASCADA DE LA TULIVIEJA...

El domingo 16 de noviembre de 2008, el semanario educativo Culturama se encaminó a descubrir  el chorro que por muchos años  nos mencionaba orgulloso don Félix Caballero (propietario de Finca Camelot en Rincón Largo de Dolega) y al cual se accedía desde sus dominios. 
Como en otras ocasiones, emprendimos la expedición con la creencia de que  no podíamos sorprendernos mucho con lo que encontraríamos:  la cercanía a la ciudad de David  y el hecho de que Google Earth (valiosísima herramienta  satelital de internet), así como  la hoja topográfica que empleamos  como referencia tradicional, registraban  que este salto de agua se ubica a solo 100 metros sobre el nivel del mar,  nos inclinaban hacia una posible decepción expedicionaria. 
Mas una grata  sorpresa nos esperaba más adelante.  Desde Camelot  y guiados por el lugareño Ricardo «Tato» Miranda,  caminamos unos 30 minutos bajo un inclemente sol   (aunque dos de nuestros compañeros de viaje se movilizaron a caballo)  para tener  nuestro primer contacto con una potente y esplendora cascada.  
Esta caída natural es formada por la corriente de la Quebrada Lajas,  casi en su punto de encuentro con las aguas de la Quebrada Magdalena;  presenta unos 10 metros de alto por unos 20 de ancho  y  forma un «charco» de casi treinta metros de diámetro,  fenómeno que la hace más atractiva que otros chorros de más altura  pero que  no conforman en su caída un piscina tan vasta y profunda, de aguas con  un verde intenso.
Quebrada Laja discurre por el corregimiento de Los Algarrobos, mientras que la quebrada Magdalena sirve de límite entre este corregimiento y el de Los Anastacios, del cual Rincón Largo es uno de sus caseríos. Ambas fuentes de agua vierten sus aguas, unos pocos kilómetros más al sur, en la corriente del río David. 
Como entre los moradores del área circula la  leyenda de que La Tulivieja (esa horrible y fantasmal mujer que llora a su hijo perdido) se esconde en una pequeña  cueva labrada por Las  Lajas, bien podríamos bautizar a esta hermosa y citadina caída de agua como La Cascada de la Tulivieja...
Le invitamos a hacer turismo interno y vaya conociendo esos  parajes naturales escondidos pero a la vez tan próximos a nuestra selva de cemento y acero, antes de que desaparezcan por el avance inexorable de la «civilización».

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