En la región occidental de la isla de Tenerife, en Canarias, España, se yerguen unos majestuosos acantilados conocidos como Los Gigantes.
Se trata de unas formaciones volcánicas que alcanzan entre los 300 y 600 metros de altitud, paredes ígneas casi totalmente verticales resultantes de la actividad geológica que dio origen a este conjunto insular hace millones de años.
Los guanches, pobladores prehispánicos de esta isla -pertenecientes a los grupos bereberes de Africa- solían denominarle: La muralla del infierno, ya que estos farallones de oscuras lavas no permiten el acceso desde el mar hacia el interior del territorio.
La belleza panorámica que ofrece el paisaje volcánico enfrentado abruptamente contra el mar ha permitido el surgimiento de numerosos asentamientos turísticos, aunque en el puerto de Los Gigantes se experimenta, en algunas ocasiones, un fenómeno que infunde temor en los marineros debido a los daños que ocasiona en sus embarcaciones: olas de mar de fondo, ondas que alcanzan varios metros de altura y arremeten contra el litoral y todo lo que en él se encuentra.
El mar de fondo es el movimiento de las olas que se propaga fuera de la zona donde se ha generado, pudiendo llegar a lugares muy alejados.
Algunos negocios del lugar conservan impactantes fotografías de las enormes crestas de agua que han chocado contra el puerto de Los Gigantes, lo cual parece no alarmar a los visitantes, conocedores de que en otras costas de la península ibérica las olas de mar de fondo superan los nueve metros.
Escuchamos las narraciones sobre este particular suceso engendrado por las aguas del Atlántico mientras degustábamos unas tapas. Una tapa en España es una especie de aperitivo que se sirve en bares o restaurantes, acompañado de una bebida, que puede o no tener alcohol. A nuestro lado, algunos alemanes e ingleses, estaban en pleno “tapeo” observando un partido de rugby entre Inglaterra y Escocia.
Luego de recorrer este escenario al nivel del mar, ascendimos en muy poco tiempo hasta los mil metros, al pintoresco pueblo de Masca, era como el Machu Pichu peruano… pero esa es otra historia.
Fotos: Milagros Sánchez Pinzón.
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