Por: Milagros Sánchez Pinzón. Email: mspinzon@gmail.com
Gracias a mi gran amigo, el capitán Charles Livingston, pude disfrutar de una extraordinaria semana de vacaciones en Tenerife, la más grande de las islas Canarias, localizada a más de 1,300 kilómetros del territorio continental de España, país al que pertenece este archipiélago volcánico desde hace cientos de años.
Tenerife tiene por capital a Santa Cruz, sede del segundo carnaval más popular y conocido internacionalmente (le sigue al de Río de Janeiro, Brasil), que este año tuvo una duración de once días: del 2 al 13 de marzo de 2011. Curiosamente, estas dos reconocidas ciudades carnestolendas tienen otro vínculo pues fue un cura tinerfeño, José de Anchiete (1534-1597), el fundador de Río de Janeiro en el siglo XVI.
El sábado 12 de marzo, acompañados por el capitán Livingston, su hijo Faial y Margo, recorrimos las principales calles de Santa Cruz donde miles de niños, jóvenes y adultos -no solo canarios sino de distintas nacionalidades- se desparramaban por las calles con una alegría que parecía caribeña para danzar y cantar al ritmo de las melodías de salsas, merengues, sambas y todo aquello que pudiese engendrar el movimiento de los cuerpos.
Llamaba la atención la abundancia de disfraces, desde aquellos que imitaban a rockeros como Kiss hasta sumos pontífices. Impresionaba también la gran cantidad de hombres que lucían disfraces femeninos, uno de ellos, Marcelo, quien bailaba muy sugestivamente nos indicó que esperaba el Carnaval porque tenía la oportunidad de hacer surgir el lado femenino que hay en él, pero me aclaró que tenía una novia colombiana.
Este Carnaval tiene dos partes: el oficial, caracterizado por la participación de diversos grupos musicales y de disfraces (murgas, comparsas, rondallas) y el carnaval de la calle, al que dan vida todos los ciudadanos.
Me parecía paradójico, yo, que nunca he asistido a un Carnaval en Las Tablas, el más popular de Panamá, estaba inmersa en el Carnaval de Tenerife… Allá no hay mojaderas ni culecos, ni rivalidades entre las reinas y comparsas de Calle Arriba y Calle Abajo, mas creo que se asemeja a la misma alegría contagiosa de los trópicos, en esta ocasión encabezada por los vibrantes y desenfadados chicharreros*.
* A los nativos de Santa Cruz de Tenerife se les conoce como chicharreros, gentilicio despectivo que se refería a la costumbre de los pescadores santacruceños de consumir un pescado pequeño llamado chicharro o jurel. Hoy, decirles chicharreros es un orgullo para ellos.
* Los carteles del Carnaval de Santa Cruz son muy codiciados por los coleccionistas. En el restaurante El Puntero se aprecia casi medio centenar de ellos que reflejan la evolución de esta fiesta y la creatividad gráfica lugareña desarrollada para su promoción.
* Los carteles del Carnaval de Santa Cruz son muy codiciados por los coleccionistas. En el restaurante El Puntero se aprecia casi medio centenar de ellos que reflejan la evolución de esta fiesta y la creatividad gráfica lugareña desarrollada para su promoción.
fue de aquí que salió la foto del cónsul?
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