PALABRAS DE
AGRADECIMIENTO POR LA MEDALLA
JUAN B. GÓMEZ A LA EXCELENCIA
CULTURAL
Por Dimas Lidio
Pitty
Señoras y señores:
Con absoluta sinceridad, debo decir que siento no sólo
complacencia, sino una profunda gratitud por el honor que he recibido esta
noche, de parte de Culturama, el Radioperiódico
Impacto y los familiares del grande amigo Juan B. Gómez Amador, al
distinguirme con la “Medalla Juan B. Gómez a la Excelencia Cultural”.
Que en un medio
como el nuestro, en buena medida refractario a los afanes culturales, haya
quienes aprecien, y hasta distingan, las iniciativas y el trabajo de las
personas entregadas al quehacer cultural, debe ser motivo de aprobación y
regocijo. Por eso, antes que cualquier otra cosa, solicito de ustedes un cálido
aplauso para Culturama, para el Radioperódico
Impacto y para los familiares del sobresaliente chiricano que es Juan B.
Gómez Amador.
La cultura,
entendida como el conjunto de obras y conocimientos que define la identidad de
un individuo, de una sociedad o de un pueblo, es el mayor bien a que se puede
aspirar. Quizás por eso, porque provengo de un hogar campesino humilde, donde
no había escolaridad ni libros, la educación y la lectura me abrieron
perspectivas insospechadas y pude comprender (o, más bien, intuir) que, como
señalaba el gran poeta francés Paul Eluard, debía ir “del horizonte de un
hombre al horizonte de todos.” Y eso es, precisamente, lo que he tratado de
hacer a lo largo de la vida, pese a las adversidades y los escollos que nunca
faltan en el devenir humano.
Aunque, como se ha
dicho antes, en el transcurso de los años, por necesidad y otros motivos
diversos, ejercí o estuve vinculado a ocupaciones varias, desde las faenas
agrícolas más elementales hasta las actividades comerciales, las luchas
sociales, la militancia política y el servicio público, he consagrado el mayor
tiempo y las más consistentes energías al periodismo y a la literatura,
parcelas en las que he procurado servir a la sociedad y, simultáneamente,
contribuir a fortalecer las más altas y nobles causas del hombre. No ha sido
otro el objetivo de mis afanes, sino la afirmación y la defensa de lo humano,
en todos sus niveles y matices, según los dictados de la razón y los principios
de la justicia.
El apóstol José
Martí dijo que quería echar su suerte con los pobres de la tierra y, por su
parte, Dostoievski habló de “los humillados y ofendidos”, con quienes estuvo
siempre su corazón. De esos paradigmas, y de otros luminosos maestros de
nobleza y humanidad, como Fray Luis de León, Walt Whitman, Nazim Hikmet y César
Vallejo, he intentado aprender, con modestia y humildad, a estar y ser en el
mundo. Por eso creo que la satisfacción mayor proviene de la intención y del
propio quehacer, más que del éxito eventual que pueda alcanzar la obra
resultante. Basta que una frase o un verso iluminen o conmuevan una conciencia,
para que se justifique el esfuerzo realizado por el autor. Eso enseñan la vida
y el callado trabajo con las letras.
Amigas y amigos:
Recibir el aprecio y el cariño de ustedes en un acto como éste, es más que una
recompensa: es la justificación de toda una vida de ilusiones, desvelos,
fracasos, satisfacciones y triunfos. Porque nada es superior, ni más deseable,
que el amor de los humanos, que la comunión en el sentir y en la percepción de
la belleza y de las emociones que elevan al hombre sobre sí mismo y lo
aproximan a los otros y al misterio inefable de cuanto existe.
Muchas gracias por
estar en esta ceremonia y darle sentido al modesto esfuerzo realizado a lo
largo de la vida para acercarme a ustedes, que son parte de mi gente más
cercana y querida, por lo que hoy, en este momento, siento que, en alguna medida,
en ustedes se encarna y palpita la humanidad.
Muchas gracias.
Culturama, 14 de septiembre de 2013.
Fotos: Marcial De Gracia, de Sertv.
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